lunes, 3 de octubre de 2011

La Verdadera Primer Mujer en FIME

COMPAÑERA, TE EQUIVOCASTE DE ESCUELA

Para el ciclo escolar 1959-1960 la facultad registro una matrícula de 607 estudiantes, lo que no causaba sorpresa puesto que se mantenía una tendencia de crecimiento, situación general prevista en la máxima casa de estudios.

Si la Universidad tuvo un aumento de 10.2%, el mayor en los últimos años, la FIME con su incremento de 50% en su población fue de las facultades que registro un aumento extraordinario, lo que obligo a formar 5 grupos de primer año.

La mayor parte de su población era originaria de Nuevo León con 377 alumnos, pero es de resaltar que comenzaba a registrarse una importante confluencia de alumnos de Coahuila, Tamaulipas, San Luis Potosí, D.F. y, como dato curioso, quizá los primeros alumnos internacionales de los que se tiene registro, 3 estadounidenses, 2 españoles, un nicaragüense, un peruano y un salvadoreño.

Pero lo que si resulto inesperado fue que entre aquel vasto contingente de varones que con un gran anhelo de superación académica esperaban iniciar sus estudios, se encontraba una mujer, Alicia Margarita Torres Villanueva, la primera alumna de la facultad cuyas carreras de ingeniería eran dominadas por los hombres según los roles tradicionales de la época.

Por ello no resulto extraño que el licenciado Vicente Reyes Aurrecoechea, del departamento de Escolar, quedara sorprendido al escuchar la respuesta de una muchacha menudita de la colonia Sarabia cuando le pregunto la facultad a la que pretendía inscribirse.

- "A mecánica"

La FIME tenía ganada fama de hombres "broncudos", las alumnas de otras facultades evitaban pasar frente a ella y menos se atrevían a entrar porque a su paso estallaba de inmediato la rechifla, los gritos de los muchachos o les lanzaban globos llenos de agua recriminándoles a que iban.

"El licenciado Reyes Aurrecoechea me dijo, le doy de opción dos meses, la voy a apuntar, pero usted tiene la facilidad de venir en dos meses y decir a que otra facultad desea entrar, aquí la espero. Afortunadamente no tuve necesidad de tomar esa opción"

Alicia Margarita llego ese primer día de clases resuelto a iniciar su carrera de ingeniería mecánica y eléctrica aunque le temblaban las piernas. Cuando subía las escaleras de la facultad para buscar en las listas el grupo asignado, un estudiante le salió al paso.

-Compañera, te equivocaste de escuela, aquí no es el kínder

Otros le advertían que no duraría ni un mes en la escuela o que sería una vergüenza que reprobara pues no podría quedarse en la escuela. Tan arraigada en la conciencia estaba la idea de una facultad exclusivamente varonil, que sus compañeros de eléctrica le negaban el saludo, no existían baños para mujeres, Alicia Margarita debió solucionar este problema acudiendo al lavabo de la dirección que le permitiría usar Ermilia, secretaria de Pablo Espinoza Domínguez y esposa del ingeniero Antonio C. Garza Garza.

De inmediato Alicia Margarita se convirtió en el centro de atención de la comunidad estudiantil de la FIME; la primera ocasión que paso al pizarrón a petición del maestro de física, doctor Adán de León Cadena, que le pidió dibujar unos vectores, un gran número de alumnos observaban por la ventana aquel acontecimiento o cuando calzo el primer día zapatos de tacón alto, los muchachos salieron de sus aulas, abordaron sus autos y accionaron el claxon a su paso, lo que no era si no muestras de algarabía que nunca traspasaron los límites del respeto.

Muy pronto su dedicación, inteligencia y carisma atrajo el cariño de los futuros ingenieros mecánicos y eléctricos quienes la vieron como una compañera más a la que no solo aceptaron sino que hasta la sobreprotegían.

En las horas libres los muchachos tenían la costumbre de divertirse con los dados y al burro bala, juegos en los que ella recogía las apuestas o fungía de juez. Cuando alguien gritaba: "ahí viene Chaires", advirtiendo que se acercaba el prefecto, de inmediato Alicia Margarita se sentaba y extendía su falda sobre los dados y el dinero.

-Buenas tardes señorita, como le va - decía Chaires al pasar junto a ella - ¿No tiene clase?

Más tarde, cuando la encontraba en Dirección el prefecto reconocía: -Señorita Torres, estoy seguro que usted escondía los dados.

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